Mindfulness y la meditación
A través de la auto observación, la atención plena fluye automáticamente a tu vida. En el momento en que te das cuenta de que no estás siendo consciente, ¡eres consciente! Has salido del diálogo mental continuo de la mente y ahora eres el observador. Ahora estás observando la mente en lugar de dejarse llevar por la corriente.
Cada vez que miras pensamientos, estás siendo consciente. Comienza por escuchar la voz en tu cabeza con la mayor frecuencia posible, especialmente cuando tienes cualquier patrón de pensamiento repetitivo. Mientras escuchas, intente hacerlo como testigo imparcial. Pronto te darás cuenta que ahí esta esa voz interna.
La clave es esta: no creas tus pensamientos. No los tomes tan en serio. Míralos, pregúntales. De esta manera, los pensamientos y las formas condicionadas y reactivas de vivir y pensar pierden su control sobre ti. Entonces es el momento para la sana meditación, estas dos prácticas van de la mano porque al estar atentos a lo que sucede y al estar atentos a lo que ocurre podemos crear un enfoque de meditación progresivo.
Vivir en una cultura donde la ociosidad está mal vista nos ha hecho a muchos olvidar cómo estar quietos y no hacer nada en absoluto. La idea de sentarse y no hacer nada puede ser tan extraña para nosotros que hace que muchos se sientan incómodos, incluso culpables.
Sin embargo, no tenemos que estar haciendo todo el tiempo.
Tómate un poco de tiempo cada día. Incluso si son solo cinco minutos, siéntate durante esos cinco minutos y no hagas… nada.
Siéntate en silencio en tu silla favorita o en un lugar soleado al aire libre. Si es posible sin teléfonos móviles, personas u otras distracciones cerca de ti. quedarse quieto. Trae tu plena conciencia al momento presente y a tus percepciones sensoriales. Todo lo que existe para ti es el aquí y el ahora. Y ¡felicitaciones! Estás meditando.
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